La relación entre la
conducta humana y los problemas ambientales
Con frecuencia el ser humano recae en el
error de asociar los problemas ambientales con el desarrollo, puesto que a
desarrollo se le entiende como todos los procesos científicos y tecnológicos.
Pero la realidad es que gran parte de la responsabilidad del origen de dichos
problemas se le atribuye a la sociedad y sus mecanismos de explotación
económica de los modelos de productividad arraigados al capitalismo o bien sea,
al socialismo. Además cabe mencionar que no es suficiente con los estragos
causados por las prácticas económicas, sino también los que se producen por la
falta de valores éticos que construyan contenidos morales en los seres humanos
que inclinen sus conductas en apreciar
el concepto de naturaleza y aprender a sacar provecho de ella hasta el punto
que no la obstruya.
En esta ocasión vamos a analizar la
controversia que genera el tema del desarrollo científico tecnológico en el
dilema ético del cuidado y conservación del medio ambiente; claro está, no sin
antes recordar que no es éste el único factor que influye en la aparición de
los problemas ambientales.
Hechos como la explosión del depósito
nuclear Kyshtym, contaminando una gran extensión circundante en la antigua
URSS; En 1966: se estrella un B-52 con cuatro bombas de hidrógeno cerca de
Palomares, Almería, contaminando una amplia área con radiactividad; y las
graves revueltas en EE.UU. contra la Guerra de Vietnam, que se hacen extensivas
al industrialismo y la tecnología moderna. Hacen que salte al razonamiento
lógico que los avances futuristas que han logrado la ciencia y la tecnología,
han repercutido con grandes daños y exterminación del buen estado de amplias
zonas selváticas.
El punto que pretende indagar éste
dilema ético, es la forma en que la humanidad busca incriminar con la culpa de
los problemas ambientales al desarrollo científico y tecnológico, dejando de
lado el deber de tomar conciencia sobre su responsabilidad frente al cuidado
del medio ambiente y los recursos que nos brinda.
Abordaremos éste dilema ético desde la
teoría del gen egoísta. Antes de exponer la teoría, para explicar dicha
relación, hacemos una pauta en la siguiente frase “los seres humanos no son más
que otra de las “máquinas” que utiliza el ADN para propagarse”.
Ahora bien, la teoría de “genes egoístas”
publicada en 1976, por el zoólogo Richard Dawkins, postula que nuestro ADN usa
nuestra estructura física para crear ademanes de competencia, tiranía,
explotación ilegal y trampas, con el fin de obtener supremacía.
En filosofía, entorno al concepto del mal radical, se
afirma que los seres humanos estamos hechos de una manera demasiado torcida
para actuar con rectitud, según Adela Cortina.
Teniendo en cuenta los planteamientos de la existencia de una estructura
moral en cada ser humano, se dice que no obstante, los seres humanos no estamos
listos para llegar a la altura de las declaraciones, por lo tanto nos
caracterizamos por ser inevitablemente egoístas y dejar de lado la preocupación
por los derechos del otro. La teoría de los genes egoístas, nos conduce a la
idea del egoísmo biológico; en la que por naturaleza estamos destinados a
relevar nuestra importancia y prioridad por encima del otro.
La razón por la cual he determinado ésta teoría como la
más pertinente para explicar la relación que hay entre la conducta humana y los
problemas ambientales, se encuentra en la tendencia del egoísmo humano que
horilla a los individuos a permanecer en su zona de confort, velando únicamente
por su interés propio, sin darse cuenta que sus acciones imprudentes y abusivas
pueden generar daños en éste caso, en el medio ambiente; y por ende, la
obstrucción del entorno natural en que crecerán las nuevas generaciones.
Las prácticas sociales inconscientes con el medio
ambiente y las encaminadas a la productividad, son producto de los contenidos
morales orientados a un capitalismo egoísta que tiene como único fin el
enriquecimiento económico como sinónimo de desarrollo y supremacía por encima
de los otros.
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